viernes, 17 de julio de 2020

XII Certamen de Microrrelatos de San Fermín

Este año, no sé si por el confinamiento o por la cancelación de las fiestas, no he hecho microrrelato de San Fermín, incluso se me había olvidado y el otro día vi en TeleNavarra que habían dado los premios de estos microrrelatos, así que lo primero que hice fue leer todos los finalistas. Y voy a poner aquí los que más me han gustado. Si queréis leer los demás, en este enlace está el Blog de San Fermín y están publicados no sólo los finalistas sino que irán saliendo todos los participantes.

Me han gustado el ganador (y este año mucho), el 5º puesto y el 9º (que leyéndolos se me han puesto los ojos vidriosos...)

Ganador "La cita" – Elena Bethencourt

Nos conocimos el seis de julio de 1995 entre la multitud que salpicaba de blanco y rojo la Plaza del Ayuntamiento. Él, de Pamplona; yo, americana. Nuestra historia no pudo continuarse en el tiempo, pero no por eso deja de ser real. Ya se sabe que, a los quince años, nadie detiene la vida para amar.

Al final de la fiesta hicimos una promesa y pusimos una fecha: cuando tuviéramos cuarenta años, si ninguno de nosotros estaba casado, nos volveríamos a encontrar. Nuestra cita sería en la puerta de la Iglesia de San Lorenzo, donde aquella noche nos besamos después de miramos de esa manera que cambia el mundo a mejor.

Volví a mi país. Aún no había móviles ni usábamos Internet. Durante mucho tiempo nos escribimos cartas larguísimas en las que nuestra promesa seguía en pie, pero con tantas mudanzas perdimos el contacto.

Este año es nuestra cita. Mi corazón está libre. Presiento que aún me quiere. Acudirá al encuentro, lo sé. Es un hombre de palabra. Pero la fiesta está cancelada, mi vuelo también.

Por favor, pamplonicas, pasad por San Lorenzo el siete de julio a las ocho, decidle que me espere, que aplazamos nuestro amor hasta el año que viene. Volveré.

5º clasificado: «La vida es puro teatro» de Ignacio Navarro

  • ¿Creéis que ha colado?
  • ¡Claro! ¿No veis lo contenta que se ha quedado?
  • Que sí, no se ha dado cuenta de nada.
  • La llamada de los pequeños contándole lo sucios que iban ha sido genial ¡Cómo se reía!
  • Ya me dirás cómo has editado el vídeo para que el presentador dijera 2020…¿cuántos tenías preparados?
  • Tres: con lluvia, nublado y con solazo.
  • ¿Tema encierros?
  • Igual: subiré como siempre con churros, que le encantan, y le pondré uno editado. Mientras que el domingo sean los Miura, que son sus preferidos, los demás no controla.
  • Es una currada, pero se lo merece, van a ser sus últimos sanfermines, que se quede con estos momenticos…
           La abuela sonríe en el sofá mientras se seca una lágrima con el pañuelico rojo que se acaba de quitar. Piensa que algo habrá hecho bien para que sus hijos y nietos hayan montado semejante teatro por ella. Y mañana tocará madrugar para ver algún encierro que pondrá grabado el mayor. Habrá que disimular y comerse los churros, que no le gustan y tan mal le sientan, pero se lo merecen, que van a ser sus últimos sanfermines, que se queden con estos momenticos…

9º clasificado: «Siempre será 6 de julio» de Esther Imízcoz Campos

Mateo nunca había corrido un encierro, ni observado los fuegos artificiales. Tampoco había bailado con los gigantes, ni seguido a las peñas en sus alegres recorridos. Sus recuerdos sanfermineros se limitaban a su bar, un negocio al que había dedicado su vida entera, pero no por ello eran menos felices. Allí había trabajado duro, pero también había brindado y cantado, reído y bailado, besado y celebrado.

Lástima que aquello no fuera a repetirse. Un maldito virus había obligado a suspender las que iban a ser las últimas fiestas de Mateo al frente del bar, las que el buen hombre había esperado con ilusión durante tantos años. Tal vez por ello, cuando aquel 6 de julio abrió la persiana dispuesto a servir nada más que cafés, esta parecía pesar toneladas.

¡Cómo iba él a imaginar que, al cruzar el umbral, se llevaría la sorpresa de su vida! Allí estaban todos: Jose, Etxauri, Rita, las de la carnicería, Miguel, el de los vinos y ¡hasta Andrés! Vestidos de blanco y rojo, recibiéndole con aplausos enguantados y amplias sonrisas perfectamente visibles tras las mascarillas. Allí estaban todos, distanciados pero juntos, dispuestos a recordarle a Mateo que un 6 de julio siempre será un 6 de julio.

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