viernes, 7 de septiembre de 2018

Hasta la vista Burt

Hoy en el barrio madrileño de «Esperanza Sur» el bar habrá cerrado en homenaje a ese actor del que cogía su apellido y que murió ayer. Ese hombre a un bigote pegado y al que casi siempre veíamos con sobrero y que ha reinado en la taquilla y en los corazones de todo el mundo. A mi me hacía gracia su imagen de macho alfa que hacía un guiño a destiempo o una broma censurable por la corrección política o que enseñaba su pecho peludo. Y a más gente le gustaba ya que de 1978 a 1982 sus películas fueron las más taquilleras. Reynolds nunca ganó el Oscar, pero probablemente tampoco lo necesitó, su cuerpo de leyenda se apagó ayer en Florida a los 82 años, de un paro cardíaco, ya que llevaba tiempo arrastrando problemas del corazón.

Las películas "Los caraduras", "Rompehuesos", "Los traficantes" o "Un caradura simpático" no se entienden sin la chulería del actor. Que me enterado que en 1979 se convirtió en el segundo hombre en aparecer desnudo en la portada de Playboy y que a la vez era famoso por montar broncas en los rodajes (Paul Thomas Anderson y él acabaron por no hablarse tras "Boogie Night", por la que fue nominado a los Oscars). A finales de los ochenta desapareció del cine. Tampoco tomó decisiones acertadas, como rechazar La jungla de cristal. Y solo Boogie Nights y Striptease le devolvió la fama a finales de los noventa. Durante años lamentó que poca gente apreciara su cambio de tercio en Deliverance - Defensa (1972), de John Boorman, hoy filme de culto. El mal resultado de aquella película le abocó a las comedias.

Reynolds llegó al cine de forma peculiar, en un movimiento del que hoy se sentirían herederos los youtubers. A los productores de Hollywood les llamaba la atención que un actor de televisión, que podría haber sido jugador profesional de fútbol americano hasta que se lesionó una rodilla en la Universidad y otra en un accidente de coche, apareciera en tantos programas de televisión y con tanto éxito. Nacido en 1936 en Lansing (Michigan), a inicios de los cincuenta debutó en el teatro en Nueva York y Joanne Woodward le ayudó a encontrar un agente. Sin embargo, su carrera no despegaba y trabajó de lavaplatos, como conductor de camiones, de camarero… hasta que encontró acomodo en la televisión. Y ahí demostró que tenía algo: caradura, guapo, tipo sobrado que sabía reírse de sí mismo, todo ello le hacía popular a ojos de los presentadores de programas televisivos de entrevistas, hasta el punto de que uno de sus mejores amigos fue Johnny Carson. Con casi cuarenta años, y tras haberle rechazado tres lustros antes, Hollywood le abrió sus puertas para Deliverance.

También con el tiempo consideró que uno de sus mayores errores vitales fue no casarse con Sally Field, con la que salió entre 1977 y 1982. Field acabó dejándole y Reynolds se emparejó en 1988 con otra actriz, Loni Anderson, con la que vivió un sonoro divorcio en 1993. En la última década ha seguido trabajando (aún su enfermedad) y aún no se ha confirmado si pudo completar su colaboración con Tarantino en "Once Upon a Time in Hollywood", en lo que sería su última película.

Está claro que ahora estará con un sombrero de cowboy, subido en un coche y con su sonrisa de chulo, nos regala un "Hasta la vista", mientras sube hacía el cielo.


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