Hoy va de clebración. De algo que para mi significa mucho. Construido entre 1870 y 1883 y con sus más de 1.800 metros de longitud, el fotogénico puente de Brooklyn fue diseñado por el ingeniero de origen alemán John Augustus Roebling, quien murió por el tétanos tras serle amputado un pie a causa de un accidente que ocurrió en el embarcadero durante las obras. Entonces, su hijo Washington Roebling tomó las riendas, aunque tuvo un problema de descompresión, mientras trabajaba en los pozos de cimentación bajo las aguas del East River, que le impidió mantenerse a pie de obra. Fue su mujer, Emily Warren Roebling, quien se encargó durante años de transmitir las órdenes de su marido a los obreros.
En los trece años que duró la construcción murió más una veintena de personas y se invirtieron más de 15 millones de dólares, pero 125 años después sigue permitiendo el paso de miles de peatones, bicis y coches cada día. Para ello, cuenta con dos niveles de vías, uno inferior con seis carriles para coches y uno superior, peatonal, que fue inaugurado el 24 de mayo de 1883. Aunque su estreno fue un éxito, poco después la broma de una mujer que decía que se estaba cayendo el puente causó una estampida en la que murieron doce personas.
Para mi una de las cosas más chulas de Nueva York es pasar por ese puente cuando está atrdeciendo. Además la característica estructura colgante del puente y sus arcos neogóticos han aparecido también en todo tipos de películas, desde las clásicas de Woody Allen hasta Godzilla, Colverfield, Deep Impact o Soy Leyenda, entre otras, y en las que a menudo es destruido por monstruos, tsunamis, el maligno Magneto de la Patrulla X o las fuerzas aéreas estadounidenses. Si vaís a Nueva York no os lo perdaís.
No hay comentarios:
Publicar un comentario