miércoles, 1 de junio de 2016

Elisa

La primera vez que perdí a alguien de mi familia cercano fue hace muchos años y lo pase peor que estos días, quizás fue una muerte no tan esperada, una persona más joven, también tenía menos años y era un crío. Al final la vida quieras que no te curte en estas cosas. Pero como dice la canción no me es indiferente la muerte y esta muerte también ha dolido.

Aquella vez me ayudo escribir un relato en el que me imaginé a mi tía en un sitio dónde le gustaría estar, una especie de cielo para ella y para mi. Esta vez, aunque ya he realizado un pequeño homenaje a mi abuela, me gustaría escribir en este blog, una entrada por ella. Y pensar que si realmente hay algo después de la muerte, un sitio dónde nos esperen los seres queridos sea un sitio dónde mi abuela se encuentre bien y quizás dónde se haya encontrado con su hija y estén hablando de todos nosotros, de cómo nos va,...

Me imagino un sitio con cocina, para que la abuela pueda hacer esas comidas tan ricas y tan abundantes, con tele para que pueda ver el pasapalabra, con playa para que vaya de vez en cuando a ella y dé paseos como los que hacía cuando iba de vacaciones con el inserso. Y sobretodo con un bar, una mesa y que con las amigas que ya no están aquí pueda jugar al chinchón o a cualquier juego de cartas durante mucho tiempo.

Para este homenaje pongo una foto que le hice hace un par de años en un curso de fotografía y que estuvo expuesta en un CiviVox. Me gustaría recordarla así, presumida, nunca podía dejar de ir a la peluquería para tener el pelo bien y siempre era de las que se ponían elegantes los domingos y que no podía salir de casa con cualquier cosa.


A veces sus palabras eran hirientes para con algunas personas, porque todo no iba a ser bueno. Pero creo que no lo hacía con mala intención. Siempre me acordare de esos veranos que pasábamos mi hermano y yo en su pueblo. Aquellos Julios llenos de calor y mosquitos, de piscina y de juegos, ese "abuela" que gritaba mi hermano buscándola entre las mesas del bar de la piscina y que se oía por todos los lados. Me acuerdo que viajaba mucho cuando podía, que le gustaba irse con las amigas, casi siempre a algún lugar de playa, aunque también fue a conocer capitales y países más allá de las fronteras. Siempre nos traía alguna cosa, y los últimos viajes no faltaba el Toblerone grande que seguramente compraría en el dutyFree, pero que a nosotros nos encantaba. Y las comidas? ¡¡Qué buenas!!! Y que abundantes... En sus comidas la frase de donde comen cinco comen seís, se podía duplicar el número sin problemas. Pan de almendras, canelones, pimientos rellenos, las míticas croquetas,...

Bueno, si realmente existe algo o aunque no exista, está claro que siempre va a estar aquí, en esos recuerdos. Una persona se va de cuerpo, pero siempre queda en la gente que le quería. La verdad es que se me va a hacer raro no hacer la visita de todas las semanas... ¡Adiós abuela!

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