Y llegamos al caos. Kandy es una de las ciudades más importantes del país. Situada en el centro de la isla, junto a la cordillera que domina el interior de la ínsula, se ha ganado el apodo de la “capital de las montañas". Se ubica a 115 km de Colombo y tiene 125000 habitantes aproximadamente. Allí fue dónde vimos los primeros semáforos. Pero tampoco te creas que hay muchos y hay un montón de coches y muchos carriles, pero no pintados,... Intentamos retratar con la cámara el caos del tráfico y de la ciudad, pero ninguna de las fotos hace realmente justicia a la realidad.
Fue en el sitio que cogimos el peor alojamiento. Los dueños o trabajadores del hotel eran un poco desastre y la habitación fue la peor calidad precio que tuvimos en todo el viaje.
A la mañana fuimos a conocer el jardín botánico, habíamos leído que merecía la pena. Así cogimos nuestro primer autobús en Sri Lanka. Es como una experiencia religiosa. :-)
La música a tope con canciones de tipo indio, la gente sentada si tienes suerte y sino de pie.
No hay paradas, por lo menos no marquesinas. Hay de diferentes colores y creemos que son de rutas diferentes o unos son más rápidos que otros, pero la verdad es que todavía no sé muy bien la diferencia. Como este era un camino muy corto no nos importó el color ni lo que significaban.
El jardín botánico era espectacular y muy grande. La verdad es que yo agradecí ver algo de naturaleza y no tanto templo por un rato. Vimos que la gente iba a pasar el día allí y que comían por los jardines. Como se dice eso de dónde estés haz lo que veas, pues nosotros también aprovechamos para comer en la sombra de un árbol.
Vimos un montón de especies. Bambú gigante, árboles de todos los sitios, plantas de todos los colores. También hay recintos cerrados de flores (orquídeas), de plantas,... Al final tuvimos que dejar cosas por cansancio y porque había que volver a la ciudad a ver algo de lo más importante de esta isla.
Kandy es una ciudad santa para el budismo y un importante foco de peregrinación para los fieles de este credo. Goza además de la categoría de Patrimonio de la Humanidad. Sin duda, el principal monumento de Kandy es Dalada Maligawa, un enorme complejo religioso que contiene el edificio más sagrado de toda la ciudad.
Primero nos dijo un hombre que había un espectáculo con danza típica y nos llevó a un sitio dónde había que pagar. Parecía interesante, pero no sabíamos cuánto iba a durar, si sería interesante o aburrido, nos pareció un poco caro (aunque luego pensando no era tanto, el problema es que al tipo le entendimos menos y cuando llegamos era bastante más). Así que decidimos ver el templo tranquilamente y pasar de espectáculos.
Después de pagar como siempre entramos al recinto. La verdad es que el edificio era impresionante. Este santuario, en el interior alberga una de las reliquias más importantes del budismo, un canino de Buda Gautama. Guardado en un impresionante relicario que sorprende por su ornamentación, este diente es el epicentro de la vida religiosa del país. Millares de peregrinos llegan cada día a Kandy para adorar esta importante reliquia. Y tuvimos la "suerte" que justo a la hora que estábamos allí iban a hacer un ritual para ver el diente. Había muchísima gente y la verdad es que yo me agobié un poco. Por lo menos tuvimos suerte de poder sentarnos. Pero estuvimos un montón de rato para no ver mucho, ya que enseñaban el relicario dónde está el molar, pero había tantas personas por delante, que no veías mucha cosa.
A ver fue original porque es algo que era interesante ver un ritual. Pero la verdad es que yo hubiera preferido ver el templo tranquilamente. Además los que tocaban los tambores y los cuernos no pararon durante la hora y media que estuvimos dentro. ¡Qué dolor de cabeza! Aquí también había que quitarse las zapatillas y las dejamos fuera del recinto del templo. Para mi fue el lugar que más pensé que al volver igual no estaban las zapatillas. Pero allí estaban. La verdad es que te puedes fiar y dejarlas en cualquier lado.
Ese día por cambiar cenamos en un Pizza Hut. Estuvo bien por cambiar y no comer de nuevo arroz o noddles, pero la verdad es que fue la peor cena que hicimos en la isla para mio gusto. Poca comida (las pizzas eran más pequeñas que aquí en proporción) y quizás fue de las cenas más caras que hicimos.
De ahí a dormir. No sin antes oír a un tipo que hablaba en castellano que había corrido el encierro. Al día siguiente lo conocimos. Se llamaba Asier y era de aquí, de Pamplona. Pero eso es otra historia...