viernes, 19 de enero de 2018

Sri Lanka - Sigiriya Tarde

La tarde no teníamos nada que hacer. Preguntamos a la mujer de la familia qué podíamos hacer y muy amablemente nos dijo un par de cosas que podíamos hacer en Sigiriya. Nos dijo lo de la piedra que habíamos estado amaneciendo. Ya le dijimos que habíamos estado. También nos habló de unos recorrido con caballos, barcas,... y también nos habló de un sitio dónde había cosas artesanales muy cerca del alojamiento.

La verdad es que el alojamiento fue de los mejores en Sri Lanka. La familia nos trató super bien, estuvimos durmiendo en una casa hecha con un árbol en medio. Una pasada. El primer día nos pusieron en otra habitación, pero ya la segunda estuvimos en la el árbol y ¡¡¡nos llevaron todas las cosas a la nueva habitación!!!. En esta última habitación, en la que pasamos dos noches, había un balcón donde veíamos los árboles y dónde pudimos tomarnos esas cervezas León de las que hablé el otro día. La cena también estaba muy rica y todavía no habíamos probado el picante. Lo hacían sin picante o con muy poco. Algo que nos decepcionó un poco. A todos menos a Ainhoa que no le gusta nada el picante. La familia se componía de una pareja y unos niños pequeños. El que se encargaba de los clientes era un poco el padre, pero ellos vivían allí y la mujer ayudaba en la cocina o en lo que hacía falta.

Al final nos acercamos al recorrido ese y nos pareció como muy cutre como para hacerlo, además de caro para lo que parecía que era. Así que nos acercamos al sitio del mercado de artesanía. Estábamos solos, pero en seguida salió un hombre que nos enseñó todo muy bien. Eran como casitas y en cada casita pequeña había una tienda de algo artesanal. La verdad es que todo era muy bonito y hubiésemos querido comprar todo, pero era un poco caro y además todavía nos quedaba mucha isla por recorrer para coger mucho bulto. Además nos daba hasta cosa no comprar después de lo bien que se estaban portando.

Al final casi todas las tiendas era de familiares. El hombre nos enseñaba la de su tío, la de su tía, la suya,... Él hacía figuras de hierro. Nos habló de su trabajo y del de toda su familia, de cómo hacían todos los productos. Tenían un trabajazo... Luego nos enseño un vídeo de Youtube en su móvil en el que cantaba en un programa de la televisión de allí. ¡¡¡Al parecer era famoso!!!! Nos hicimos fotos con él y él se hizo con nosotros y nos enseño que se había hecho con más turistas. Además de enseñarnos fotos de sus obras. Pasamos hora y media entretenidos y al final caímos y compramos alguna cosa. Un bolso y una tela como las de la primera foto.

Habíamos pasado parte de la tarde, pero faltaba otra mitad casi y no sabíamos qué hacer cuando nos paró un tuk-tuk al volver al alojamiento y nos dijo que nos podía llevar a un sitio a ver el atardecer muy bonito. Nos miramos y dijimos, ¡¡pues vamos!!

La carretera era un poco rara, nos llevó por caminos. Nos mirábamos y estoy seguro que los tres pensábamos en lo peor. Al final nos paró en un sitio y nos dijo que había que subir una roca. Era fácil y no muy grande, pero cuando íbamos hacía la roca vimos algo que se movía. Enseguida le preguntamos al tuktuktero a ver si había cocodrilos. Nos dijo que no. Luego efectivamente comprobamos que era un lagarto grande, pero no un cocodrilo.

Y al subir a la piedra quizás vimos el paisaje más chulo que habíamos visto hasta entonces. Un lago con nenúfares y barquitas, con unas montañas al fondo (ya las habíamos visto desde la roca del León) y nosotros allí solos. No había nadie. El tuktuktero nos dijo que cuando quisiésemos que nos recogía. Le dijimos una hora y yo creo que los tres pensamos en si volvería o nos dejaría allí, pero al final volvió.

En el tiempo que estuvimos allí en la piedra nos hicimos un montón de fotos, miramos el paisaje de un lado y por el otro. Por el otro no he puesto ninguna foto, pero se veía la roca del León de lejos, pero también con el lago y demás quedaba muy chulo. Pena que el sol se ponía por el otro lado y que nos fuimos antes de atardecer realmente, quizás por el miedo de que oscureciera tan rápido como lo hacía de normal en Sri Lanka y no pudiéramos ver el camino para volver.

Volvimos al alojamiento con un poco de terapia con el Tuktuktero que nos habló de sus sueños y de lo que le había pasado en su vida. Cenamos y nos fuimos a la cama porque el próximo día viajaríamos a la ciudad Kandy. Lo que iba a ser una tarde aburrida y sin saber muy bien qué hacer se convirtió en una de las mejores del viaje. La suerte o lo que sea nos hizo disfrutar de aquello que nunca olvidaremos.

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