jueves, 25 de agosto de 2016

Viaje Costa Oeste USA: Ruta 66

Para ir del Gran Canyon hacía la costa debíamos ir hacía Las Vegas otra vez y teníamos bastantes Kms (millas en aquel país). En un día dónde no teníamos ningún parque en el camino, decidimos que en este día un poco de transición visitaríamos dos pueblos de la histórica ruta 66 y la presa Hoover.

La ruta 66, llamada también 'La Calle Mayor de Estados Unidos' o 'La carretera madre', discurre desde Chicago (Illinois), a través de los estados de Missouri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y California, hasta finalizar en Los Ángeles, con un recorrido total de 2448 millas (3939 km). Ahora te tienes que desviar para cogerla, ya que hay carreteras mejores, interestatales, que van casi paralelas pero por las que vas más rápido. La ruta no es que sea peor carretera, pero si que da más vueltas, cruzas más pueblos,...

El primer pueblo que vimos se llamaba Seligman, era básicamente un lugar típico de la antigua Ruta 66, y una parada obligada para los turistas. Los edificios muy típicos, un saloon bar y varias tiendas con merchandasing de la famosa carretera, tazas, camisetas, hasta cantimploras,... Coches antiguos en las calles para hacerse fotos. Vamos totalmente turístico. Hasta los baños públicos, como ves en la foto, son curiosos y llenos de pegatinas y artículos antiguos.

Luego nos encaminamos a Oatman, que leímos que era más tipo como las películas del Oeste. Y efectivamente las casas eran menos modernas que en Seligman y aunque había también turistas no había tantos como en el otro pueblo. Aquí la atracción eran los burros. Además de las tiendas de antigüedades, merchandaising de la ruta, restaurantes típicos (donde comimos una comida mexicana que no estuvo mal con un muñeco que tocaba el piano por un dolar),... había también muñecos de burros, camisetas de burros e incluso comida para dar a los burros que andaban por la carretera tan campantes. Y eso sí, hacia mucho mucho calor, entrabamos a las tiendas simplemente para que nos diera un poco el aire acondicionado y no estar tanto en la calle. Esto sería un adelanto a lo que nos esperaba en el siguiente parque que íbamos a visitar.

La Ruta 66 fue el principal itinerario de los emigrantes que iban al oeste, especialmente durante las tormentas de polvo de los años 30, y sostuvo la economía de las zonas que la carretera atravesaba. La gente que prosperó durante la creciente popularidad de la carretera, fue la misma que años más tarde luchó por mantenerla viva cuando empezó a construirse la nueva Red de Autopistas Interestatales de Estados Unidos.
La Ruta 66 fue descatalogada en 1985, así que salvo los pueblos, la carretera tiene poco tráfico. La verdad es que recorrerla, aunque fuera poco tiempo estuvo bien, sobretodo por aquellos anuncios de señales que duraban 1 milla y que ya no recuerdo la palabra que anunciaban, pero que estuvimos repitiendo todo ese día varias veces. Los dos pueblos también son curiosos y estuvo bien visitarlos, además de comprar alguna cosa de recuerdo.

Dejamos el pueblo de Oatman y recorrimos varias millas más. Y después del incidente (del que hablaré en la siguiente entrada) llegamos a la presa Hoover. Sí, vale que sale en Superman y ya la habíamos visto, si, vale que después del incidente tampoco estaba de muy buen humor, pero creo que eso no influyó para no ver la presa como atractivo. No es grande como pensaba que iba a ser y como hacen todo en USA y tampoco es bonita. A ver, si te pilla de paso como a nosotros y no te tienes que desviar mucho de tu ruta no está mal entrar a verla, pero con decirte que el puente de la carretera que había detrás de la presa nos impresionó bastante más que la presa, te lo digo todo.

Y luego llegamos a nuestro hotel, que era un casino también, en la ciudad de Pahrump cerca relativamente del Death Valley, el siguiente parque a visitar. Allí no jugamos como en Las Vegas, porque no había muchas ganas aquel día, pero si que vimos lo que yo me pensaba encontrar en la ciudad del juego. A gente jugando a la noche, a la mañana y viejecitas que parecían estar acabadas. Allí si que conocimos a gente con la enfermedad del juego, con ludopatia. A mi me impresionó la verdad. Fue un día oscuro por todo lo que paso, pero a la mañana siguiente salió el sol y seguiría nuestro viaje, con ganas de ver cosas asombrosas como las que nos esperaban.

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